“Mientras Trump revive la teoría del laboratorio en Wuhan sin presentar pruebas, China publica un libro blanco que sugiere que el virus podría haberse originado en EE.UU. La OMS, por su parte, califica esa hipótesis como ‘extremadamente improbable’.”

Las recientes acusaciones de Donald Trump –que insisten en una supuesta fuga de laboratorio en Wuhan sin presentar pruebas– no resisten el análisis riguroso. La misma OMS concluyó que un origen en laboratorio era “extremadamente improbable”, y los estudios científicos apuntan más bien a un origen natural. Por el contrario, el libro blanco chino publicado en abril de 2025 sugiere que el virus podría haber surgido en EE.UU. antes de detectarse en Wuhan. Este documento estatal acusa a EE.UU. de politizar el origen de la pandemia y presenta “pruebas sustanciales” –aunque sin concretarlas– que, según Pekín, indicarían brotes tempranos en territorio norteamericano. Sin embargo, estas afirmaciones oficiales se basan en teorías sin respaldo científico ni datos verificables.
El libro blanco chino y sus afirmaciones

El gobierno chino lanzó un “Libro blanco” sobre la COVID-19 titulado Prevención, control y rastreo de orígenes. En él destaca los esfuerzos de China en la investigación del virus: desde estudios epidemiológicos conjuntos hasta el envío oportuno de información genética a la OMS. El documento resalta que la colaboración con la WHO fue transparente y continua, y recuerda las misiones de expertos internacionales a Wuhan. También repite que un análisis conjunto OMS-China concluyó que la hipótesis de una fuga de laboratorio en Wuhan era “extremadamente improbable”.
Sin embargo, en el mismo texto oficial se afirma que Estados Unidos “ha intentado echar la culpa y desviar la atención política” acusando sin pruebas, señalando que «hay pruebas sustanciales» de que el virus pudo aparecer en EE.UU. antes de su cronología oficial. Aseguran que Washington, en lugar de analizar sus propias fallas en la pandemia, prefirió «politizar» el rastreo del origen del SARS-CoV-2. Estas acusaciones contraponen la narrativa de China (“comunidad de futuro compartido”) con lo que describen como una “mal gestionada respuesta” estadounidense. En resumen, el libro blanco oficial dice: 1) China colaboró con la OMS y divulgó datos a tiempo, y 2) desde esa perspectiva china critican a EE.UU. por politizar el tema y culpar sin evidencias.
La visión de la OMS y la evidencia científica

Los estudios independientes concuerdan con la postura crítica a la fuga de laboratorio. Por ejemplo, la misión conjunta OMS-China (2021) exploró todas las hipótesis científicas y concluyó que la introducción del virus por un incidente en laboratorio era «extremadamente improbable». En detalle, el equipo de la OMS examinó escenarios de transmisión animal y transmisión por cadena de frío, descartando la hipótesis de un escape de laboratorio en Wuhan. Además, múltiples trabajos científicos y agencias (incluida la CIA) han declarado que aún no hay evidencias convincentes que apoyen la teoría de la fuga y que el origen sigue siendo incierto. En cambio, el consenso apunta hacia un origen natural no resuelto. En otras palabras, ni la comunidad internacional ni la OMS validan las acusaciones de Trump: la teoría de laboratorio se considera extrema y poco probable.
Motivaciones políticas de Trump
¿Por qué entonces Trump revive estas acusaciones sin pruebas? Varios analistas señalan que estratégicamente le sirve para distraer de sus problemas internos. En abril de 2025, su equipo lanzó un sitio web oficial sobre COVID-19 que responsabilizaba a China de la pandemia, criticando a Biden, Fauci y la OMS. Estas acciones han coincidido con momentos de mala prensa económica para su gestión. Por ejemplo, la economía de EE.UU. se contrajo un 0,3% en el primer trimestre de 2025 –la primera caída desde 2022– y líderes demócratas (como el senador Chuck Schumer) exigieron a Trump reconocer sus errores económicos. En ese contexto, acusar a China sin evidencias claras resulta una maniobra política para dirigir la atención pública lejos de sus propios “fracasos económicos y de gestión” –tal como también critica la misma versión china: EEUU estaría evadiendo su responsabilidad y difamando a terceros para ocultar sus déficits.
En resumen, muchos observadores consideran que la narrativa de Trump sobre el origen del COVID es parte de su estrategia política, no un hallazgo científico. No hay ningún documento o estudio serio que confirme una fuga en Wuhan, y tampoco que respalde el origen estadounidense. Al contrario, los datos publicados muestran que China informó a la OMS en tiempo y forma y colaboró en las pesquisas iniciales, mientras que las acusaciones de Trump carecen de fundamento comprobable.
Crecimiento económico y rivalidad China-EEUU
Por otro lado, las tensiones sobre el origen de la pandemia ocurren en un contexto de competencia global entre China y EE.UU. China es hoy la segunda economía del mundo y ha mantenido un crecimiento sólido (5.4% en el primer trimestre de 2025, con un objetivo oficial cercano al 5% para el año). En contraste, la economía estadounidense ha perdido dinamismo recientemente. Las disputas comerciales (aranceles mutuos) y la carrera por la tecnología y la influencia global añaden fricción al panorama internacional. Un informe de Reuters destaca que la escalada arancelaria promovida por Trump “ha aumentado las apuestas para las dos mayores economías del mundo”, generando incertidumbre financiera. En otras palabras, el ascenso económico de China y su fortaleza exportadora chocan con las políticas proteccionistas de EE.UU., lo cual alimenta la rivalidad geopolítica.
Es en este escenario de competencia y desconfianza donde se enmarca la polémica actual: la acusación de Trump sobre Wuhan se percibe, tanto en Washington como en Pekín, como parte de la pugna estratégica entre ambos países, más que como una revelación científica.

Conclusión
En definitiva, no hay pruebas sólidas que respalden las acusaciones de Trump sobre el origen del COVID-19. Por el contrario, la evidencia disponible (OMS, estudios internacionales, datos de China) apunta a que la hipótesis de laboratorio en Wuhan es muy poco probable. El libro blanco chino presenta versiones propagandísticas –incluyendo la idea de un brote inicial en EE.UU.– que no han sido verificadas por terceros. Mientras tanto, expertos y organismos de salud han declarado que todas las teorías sin confirmación científica deben manejarse con cautela. Ante tanta desinformación, es clave confiar en fuentes oficiales y científicas.
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